Se llaman así a las rocas que han sufrido un proceso de transformación denominado metamorfismo, que da lugar a la formación de nuevas rocas que anteriormente pudieran haber sido ígneas o sedimentarias. El calor y la presión son los agentes del metamorfismo que ocasionan cambios en la estructura de los minerales, recristalizándolos cambiando así su textura, forma y composición de la que originalmente poseían. Existen tres tipos de metamorfismo:
- Termal o de contacto.- En este tipo de metamorfismo interviene el calor en la recristalización de algunos o todos los componentes a temperaturas comprendidas entre 500 a 800 ºC, formándose nuevas variedades de minerales en la roca.
- Dinámico.- En este tipo de metamorfismo el esfuerzo principal es el agente que ocasiona la transformación de la roca y la temperatura no tiene una influencia significativa. Generalmente estos esfuerzos que causan la transformación de la roca son por cizalla.
- Regional.- Cuando el esfuerzo y la temperatura son influyentes esenciales en la recristalización, se trata de un metamorfismo regional, lo que da como resultado la recristalización de los minerales existentes en la roca que transforman la roca.
Con el paso del tiempo, consecuencia de la deposición de sedimento compuesto de ceniza y material fino, las rocas ígneas y sedimentarias son sepultadas gradualmente por una capa de suelo y vegetación. Una nueva erupción volcánica puede incluso cubrir la superficie superior de lava que se solidifica rápidamente, formando así una capa rocosa, donde esas rocas que inicialmente estaban sobre la superficie terrestre pueden encontrarse por debajo, lo que da lugar a que sufran metamorfismo. Los procesos de metamorfismo influyen en el comportamiento mecánico de las rocas, aumentando su dureza y resistencia.
La Tabla 1.3 muestra algunos ejemplos de roca metamórfica encontradas comúnmente en la corteza terrestre.
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